Le gustaba escribir historias...
Y a veces, de noche, mientras ella se hacía la dormida, se las susurraba al oído...
En el fondo sabía que le escuchaba, pero ninguno de los dos lo pronunciaba nunca en voz alta... Era como un secreto que los dos habían acordado mantener en silencio...
Creo que se las contaba con la esperanza de que algún día ella se enamoraría de él, y el brillo en sus ojos le haría recordar como era aquella sensación...
Pero sus sentidos adormecidos a veces no comprendían el significado de las historias que él le susurraba... Y su canto a la luna no fue suficiente para mantener viva la llama que los unía...
Los dos fueron siempre dos solitarios que buscaban el uno en el otro el calor humano en un intento de mitigar el dolor... así lograban sentirse llenos de vez en cuando... Pero no era amor... Lo sabían mejor que nadie, y aún así lo disfrazaban en los sonidos de las teclas del piano en la habitación vacía, en los rayos de luna que acariciaban sus fríos cuerpos, en los besos sin sabor de los que se cubrían...
Sabían que nadie les esperaba en ningún lugar... Se calentaban los pies por las noches y de día dejaban que el frío se expandiera hasta su alma... Y llegó el punto en el que ninguno de los dos pudo sentir el calor en sus cuerpos...
Él ha dejado de escribir historias... de hecho creo que no se acuerda que una vez le gustó escribir... Y la pluma descansa solitaria entre un montón de papeles desordenados, llenos de tachones... En mucho tiempo... nadie descubrirá la magia que esta esconde...
(gracias al cuento de Caperucita de Dara Scully, me llegaron a la memoria muchos recuerdos... y con ellos este texto, que no me termina de gustar, pero que esconde muchas cosas detras...)
Y a veces, de noche, mientras ella se hacía la dormida, se las susurraba al oído...
En el fondo sabía que le escuchaba, pero ninguno de los dos lo pronunciaba nunca en voz alta... Era como un secreto que los dos habían acordado mantener en silencio...
Creo que se las contaba con la esperanza de que algún día ella se enamoraría de él, y el brillo en sus ojos le haría recordar como era aquella sensación...
Pero sus sentidos adormecidos a veces no comprendían el significado de las historias que él le susurraba... Y su canto a la luna no fue suficiente para mantener viva la llama que los unía...
Los dos fueron siempre dos solitarios que buscaban el uno en el otro el calor humano en un intento de mitigar el dolor... así lograban sentirse llenos de vez en cuando... Pero no era amor... Lo sabían mejor que nadie, y aún así lo disfrazaban en los sonidos de las teclas del piano en la habitación vacía, en los rayos de luna que acariciaban sus fríos cuerpos, en los besos sin sabor de los que se cubrían...
Sabían que nadie les esperaba en ningún lugar... Se calentaban los pies por las noches y de día dejaban que el frío se expandiera hasta su alma... Y llegó el punto en el que ninguno de los dos pudo sentir el calor en sus cuerpos...
Él ha dejado de escribir historias... de hecho creo que no se acuerda que una vez le gustó escribir... Y la pluma descansa solitaria entre un montón de papeles desordenados, llenos de tachones... En mucho tiempo... nadie descubrirá la magia que esta esconde...
(gracias al cuento de Caperucita de Dara Scully, me llegaron a la memoria muchos recuerdos... y con ellos este texto, que no me termina de gustar, pero que esconde muchas cosas detras...)
1 comentario:
hola!!
me gusta mucho tu blog, creo que esta lleno de sentimiento y expresas lo que sientes de una forma... muy sincera.
te seguire leyendo! muchos besos!
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