29.12.11

El cuentacuentos.

A veces los observo, y a pesar de todo no puedo evitar sonreír.. Me alegra no haberla molestado en aquella ocasión en la que todas las circunstancias me apremiaban a que lo hiciera.. Quizás siempre supe que no sería justo volver a pronunciar tu nombre ante ella, no tuve el valor suficiente de anunciarle tu vuelta e intenté aplazar la noticia el tiempo que hiciera falta. No era yo quien debía portar la noticia, no debría ser yo la que la hiciera romperse una vez más..
Hay veces que evito su mirada a propósito, siempre he tenido la convicción de que podía leerme la mente, y no quería poner a prueba su fragilidad, aunque en el fondo, todos sabemos, que tiene esa enorme facilidad de volver a recomponerse, a su manera, con sus cicatrices, pero siempre vuelve, con su sonrisa eterna, y con su particular fulgor verde, siempre más intenso, en los ojos.
A veces lo pienso, y sigo creyendo que todo fueron imaginaciones mías, que los sueños me jugaron malas pasadas, y por más que me empeñe, al fin, me vuelvo a encontrar con las pruebas físicas, irrefutables, de tu paso por aquí. He desistido a encontrar una razón lógica a todo lo sucedido, sé que ella puede tener una respuesta, pero sería innecesario molestarla, una vez más, por lo de siempre. Esta vez, por más que me pese, han sido los demás los que han resultado tener razón, por una vez en mucho tiempo no tuve corazonadas, y mi instinto andaba centrado en otros temas, por lo que, ciega de mí, me dejé arrastrar por la corriente.
Recuerdo el día, que tras tu marcha la encontré.. perdida e inundada, y supe que nada volvería a ser igual.. Por lo que perdóname, si no me di prisa en volver a hablarle de ti, destaparle la herida, ver cuánto veneno quedaba por manar.. No se lo merecía, desde luego. Al menos, probé tu paciencia, probé tu afecto hacia ella, y así, por suerte, el portazo me lo llevé yo.
Quizás algún día, si lo considero oportuno, le cuente parte de la historia, aunque ella ya la esté intuyendo. Hay veces que me mira, con una sonrisa cómplice en los labios, me guiña un ojo, toda ella juguetona, y se limita a apretarle la mano.. Él, cómo no, se contagia de su inocencia y sigue recreándole sus batallitas. Historias, inventadas o no, que asoman traviesas a sus ojos cansados, rodeados de arrugas, pero brillantes por la simple presencia de ella.. la niña que se volvió mujer, sentada sobre las rodillas de un magnífico cuentacuentos. Ella, de la que tantas veces os hablé, sigue siendo pura magia, y por su mirada, no tiene intención de perderla.

2 comentarios:

Ħαррy єyєs dijo...

que bonito^^

Pues si, yo creo que estoy hecha de la mitad de un sueño y un puñado de tierra (;

Ricardo Miñana dijo...

Muy bonitas tus letras,
que tengas una feliz semana.
un abrazo.